Se trata de la secuela paralela de
Fast & Furious 6, en la que Owen
Shaw (Luke Evans) luego de los
acontecimientos sucedidos en esta entrega, ha quedado recluido en un hospital
en Londres en estado de coma. Varios años después, Deckard Shaw (Jason Statham)
aparece con el único propósito de vengarse de los que atentaron contra la vida
de su hermano menor. De esta manera comienza la cacería y logra robar toda la
información que está en manos del agente Hobbs
(Dwayne Johnson) para poder
encontrar a cada uno de los miembros del equipo.
Tras haber vuelto a casa, el equipo
de "Dom" Toretto (Vin Diesel), Brian O'Conner (Paul Walker)
parecen no acostumbrarse a una vida tranquila, sin embargo, luego de verse
amenazados por Shaw, deciden volver a
unirse para comenzar el contraataque. Pero es justo cuando aparece un nuevo
personaje, un agente de operaciones especiales del gobierno que les ofrece un
trato; en el que solo les pide hallar con el paradero de un artefacto bastante
importante, mejor conocido como “el ojo
de Dios” a cambio de entregarles a Shaw si logran cumplir con esa misión.
Es en este momento donde comienza
la verdadera acción, llena de persecuciones y enfrentamientos. Los
protagonistas hacen de las suyas con tal de lograr su objetivo principal, que
es ganarse la captura de Shaw tras su amenaza y así evitar que este sea quien
los capture a ellos. Así que una vez encontrado el ojo de Dios proceden a su
verdadero plan que inicia exactamente en Los Ángeles. Gran parte de esta
entrega se centra en la emotiva
despedida de Paul Walker, quien lamentablemente falleció en un trágico
accidente y qué mejor homenaje que darle la oportunidad a este equipo para
despedirse de su amigo de la mejor manera.